domingo, 27 de enero de 2008

CUENTOS DE HADAS SUICIDAS


PJ Harvey – White Chalk


Me estreno en el blog con uno de mis discos favoritos de este año pasado. Es bonito usar aún la palabra “disco” para referirse a un soporte que parecía caduco pero que no lo es en absoluto. Aparte de la belleza que implica poder usar una palabra entera, y no una sigla, para referirte a un pedacito de arte que ya dentro de una se ha convertido en sangre y carne y memoria, lo cierto es que la propia Polly Jean Harvey, de cuyo último “disco” (White Chalk) voy a hablar, también quiso que sus primeros compradores tuvieran la opción de llevarse a casa una misma obra con soportes distintos: vinilo y CD.

¿Qué hace, pues, que una chica como yo, inmersa en las nuevas tecnologías, acabe siempre escogiendo el formato vinílico para escuchar esta nueva obra de la rockera por antonomasia que, de repente, se viste de novia garabateada, se sienta al piano y, nocturna como siempre pero aún más oscura si cabe, hilvana estas miniaturas incandescentes que son las canciones recogidas en su último LP?

Pues sí, la elección del formato vinílico viene dada por una buena dosis de romanticismo que la que escribe lleva dentro de sí aunque sea en el centro mismo de un mundo rutinario, poco dado a la tensión entre la vida y la muerte, la suavidad y el ardor que conforman las rugientes, dolidas y quebradizas escalas de titanio que Polly Jean traza con sus manos de pianista salida de una brillante, compacta y tenaz pesadilla donde las hadas han aprendido a ensuciarse tanto como hace su voz, por ejemplo, en “The Mountain”, una de mis canciones favoritas del disco y que lo cierra y encierra como un broche hecho de espanto, vacío y deseo de libertad.

Escojo esta canción para empezar porque me parece que resume muy bien el contenido del LP al completo: primero te sube (lírica y musicalmente) a lo más alto (una montaña), te presenta un símbolo de la libertad (en otras canciones PJ escoge la forma de caballos furiosos, esta vez es un águila), para caer luego en picado con el mortífero animal sobre carroña humana. El corazón trepado a la montaña, henchido de altitud y contemplando cómo lo que antes tenía la entera altura de un hombre (un soldado) se desparrama muy muy abajo hasta convertise en pasivo alimento de un ave, sólo puede decir un “by the mountain / I feel nothing / cause in my own heart / every tree is broken”.

Subir y caer para darse de bruces con la nada: esto es lo que hace todo el LP. Y lo consigue con armas secas, concretas, intensas: piano, arpa, harmónica... Instrumentos aparentemente dulces y contenidos desatan tormentas muy cortas (la duración de las canciones es mínima; nada les falta, pero nada les sobra), vibrantes y desgarradas, que empiezan hablando de árboles que se obstinan en crecer (Grow Grow Grow es el título de otra canción) y acaban mutilados y secos, profundamente traicionados porque todo lo que se alza tiene que caer, todo lo que vive tiene que morir. Así acaba The Mountain: “The first tree will not blossom/The second will not grow/The third is almost fallen/Since you betrayed me so” Y como en estos terrenos las palabras y emociones quedan obsoletas, el disco acaba por prescindir de ellas y transformar el discurso y la melodía en puros aullidos de dolor animal, cuando no en el aún más aplastante silencio (Silence es el séptimo tema del disco).

Polly Jean toca techo y subsuelo (tan amplio es este disco diminuto) con esta última obra suya: breve y afilada causa heridas profundas en la misma realidad. Desde el sufrimiento que destila este extraordinario LP por cada uno de sus poros la antes dura, combatiente voz de Harvey es capaz de despedirse de todo y todos (Befote Departure), pedir perdón arrastrándose (Broken Harp) pactar con el diablo (The Devil) y hasta llorar la ausencia de Dios (ese desgarrado “Oh God I miss you” en The piano). Angustia existencial de primer orden transformada en denso placer: el de escuchar esta obrita mínima y audaz que te agarra , te exprime y deja exhausta. Poco más de media hora de música casi tan sobrenatural como el propio dolor/amor de vivir
.

Por Inesa/Azultima

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero qué preciosidad de crítica. ¡Después de eso, tengo que escuchar ese disco!

Anónimo dijo...

qué crítica tan poética! hasta me vas a convencer y todo de que este disco es bueno! bueno, tampoco tanto, que mi vena utrerana me hace muy exagerado.

Anónimo dijo...

me he quedado de piedra...

santeuil

Madidi dijo...

al ver el disco me imaginaba que eras tu la autora, porque cada vez que veo esa portada me acuerdo de tí.

Anda ya loka dijo...

Perdona que tarde poco en comentarte, a veces me cuesta dejar comentarios aquí porque lo veo un mundo musical en el que yo no entro....

Pero he visto que lo tuyo es distinto, la he sentido y he escuchado su musica en silencio... Anímate a escribir más, lo estaré esperando